Cuando has pedido algo, ¿has
experimentado la sensación de satisfacción al obtenerlo? O cuando se te pierde
alguna cosa, lo bien que se siente al haberla encontrado; tocar a la puerta de
alguien especial darle una sorpresa o necesitar de alguien y simplemente
esperar detrás de una puerta el famoso “¿Quién?” teniendo la emoción y certeza
que abran esa puerta… Muchas veces pasa.
¿Qué pasa con esto? Pues,
sucede que en nuestra vida, tenemos un sinfín de situaciones que usualmente nos
suceden y pueden requerir de “Pedir, buscar y/o llamar”. Comencemos por el
Pedir.
De pequeño, podías pedir a tus
padres algún juguete, una golosina, comida etc. que querías, veías al salir con
ellos o que los demás tenías y tú no;
ahora recordemos un poco nuestra actitud al momento de pedir, donde desde
nuestra cara, gestos y hasta nuestro tono de voz cambia, ya que prácticamente
es un favor el que estamos pidiendo, recordando que al hacerlo, no podemos
llegar con una actitud de prepotencia o arrogancia; al contrario, demostrar tu
interés y deseo por obtener lo que deseas, y un agradecimiento anticipado a la
persona quién te ayudará a lograrlo. “Por favor
y gracias” son básicos en este punto.
Ahora vamos con “Buscar”. Me
atrevo a decir que existe un 99% de probabilidad al asegurar que alguna vez en
tu vida perdiste algo, y la preocupación que se siente cuando es algo
importante, que alguien más te dio o que antes de salir lo necesitas, es
indispensable y ¡¡¡No lo encuentras!!!, creo que la mayoría explota, y si vives
bajo el techo de tus padres, hacer la típica pregunta: “Mamá, has visto mi…” y
si no es a ella, preguntarle a cualquiera que pueda saber algo, esperando una
respuesta positiva, para sentir la tranquilidad y alegría de cuando se
encuentra (A todos nos pasa).
Y finalmente llamar,
obteniendo la respuesta que buscabas; una sensación genial.
Ahora bien, ¿Por qué todo lo
anterior? Dios quiere recordarte: "Pidan,
y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá” Mt. 7, 7.
Él,
siendo dueño de todo, quiere dártelo todo; pero no debes olvidar que te lo Dará
si y solo si, hace bien a tu corazón y es bueno para tu vida; pues no todo lo
que pides es bueno, no todo lo que perdiste es bueno encontrarlo y no todas las
puertas que abres tienen son buenas para ti. Tu libre albedrío, te permite
decidir entre un “sí o no”; pero si confías estas decisiones a Dios ¿No crees
que sería una mejor decisión? Te respeta por completo, y siempre quiere darte
lo mejor; no olvides que Él bendice hasta las malas decisiones, pero para qué
optar por estas, si podemos hacer lo contrario. Pide, busca y llama. No
olvides: ¡Haz tu parte, pues Dios e encargará de lo demás!