Estaban juntos
Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de
Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar». Le
contestan ellos: «También nosotros vamos contigo». Fueron y subieron a la
barca, pero aquella noche no pescaron nada.
Juan 21, 1-14
Hay momentos en nuestras vidas cuando todos nuestros
esfuerzos parecieran infructuosos. Mientras más empeño ponemos, menos logramos
lo que queremos.
Son tiempos difíciles, en los cuales la luz no se ve, a lo
lejos, en el horizonte. Solo soledad, cansancio y mucha confusión nos rodean.
Sin embargo, sí hay una luz,
aunque nuestros ojos no puedan discernirla. Siempre está disponible, a veces se
nos presenta en el momento más oscuro de nuestra noche. Allí, cuando nos
sentimos sin fuerzas, totalmente desolados.
Cuando aún el peso de nuestros propios cuerpos se nos hace
casi imposible de llevar. Entonces, es en ese momento cumbre de nuestra
debilidad, en esas circunstancias menos esperadas, cuando viene a
nosotros. Es el momento en el que
nuestras fuerzas dicen BASTA!!! Allí es
cuando aparece aquel que te pide un último esfuerzo. Aquel que te recoge y renueva tus fuerzas
para seguir batallando y luchando en su nombre.
Aquel hombre que dio su último aliento por ti y por mí en
aquella cruz… así como a los apóstoles les pide lanzar sus redes una vez más.
Dios te pide hijo lanza tus redes en mi nombre UNA VEZ MAS!!!
Cuando ya
amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era
Jesús. Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No». El
les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron,
pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a
quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido -
pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la
barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino
unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y
un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces que
acabáis de pescar». Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Venid y comed»
Nunca sabemos cuándo será nuestro turno. Pero, si
pensáramos sensatamente, nos daríamos cuenta que todo es cuestión de tiempo.
Pues, la Biblia dice el hombre es tan vulnerable como la flor del campo, la
cual en la mañana muestra su esplendor y en la tarde ya está marchita.
Pienso y creo, que al igual que a los discípulos, el Señor
quiere señalarte el camino, indicarte la siguiente acción que debes emprender.
¡Él quiere bendecirte la vida! Te invito a que humildemente lo busques en
oración diciéndole: ¡Señor, en tu nombre echaré la red! Te aseguro que abrirá
sus manos y su corazón para llenarte con sus muchas bendiciones e iluminar tu
vida.
EN CRISTO LANZO MI RED!!!